De cualquier forma, aceptémoslo, es mucho más fácil protestar por dinero que por desilusiones emocionales y lo único que le dolía al hombre, hasta niveles intolerables, era imaginarse un minuto sin su hija, su bastón o bastión vital. Me moría de ganas de señalárselo pero me mordí la lengua. A ver cuándo empezamos a llamar a las cosas por su nombre, con gusto le hubiera dicho.