—¿A dónde crees que vas?
Crucé mis brazos sobre mi pecho.
—No me pavoneo para el disfrute de los hombres.
Su pecho se sacudió con una risa detrás de mí.
—Muy bien. Me alegra escucharlo, porque soy el único hombre cuya atención deberías estar tratando de conseguir, y cariño, la obtuviste hace años mientras vestías la ropa de otro hombre. —Besó mi sien, su aliento caliente me envió escalofríos por la espalda—. Entonces, puedes imaginar lo jodidamente hermosa que eres para mí en este momento con la mía