Teresa se casó en Minnesota de adolescente, al quedarse embarazada, pero pronto huyó de ese matrimonio. Ahora tiene una nueva vida con sus hijos, Claire -una estudiante brillante, responsable y madura— y Joshua -un inquieto chico de diecisiete años-, y vive feliz con el padrastro de estos, Bruce. Su amor les une, son una gran familia, y hacen juntos todo lo posible para llegar a final de mes de una manera digna. Pero el destino les brinda una nueva adversidad: a Teresa, con solo treinta y ocho años, se le diagnostica un cáncer terminal, y se le notifica que le quedan pocas semanas de vida. A partir de aquí, el futuro de todos ellos empieza a desmoronarse y comienzan a distanciarse, mientras la imagen del rostro moribundo de Teresa impregna su día a día y les recuerda cómo la vida puede cambiar en cuestión de segundos.