La reputación de Platón se resiente por su afirmación de que hay que echar a los poetas de la ciudad, pero es un consejo bastante sensato, dado que, en las últimas décadas, tanta limpieza étnica ha sido propiciada por los peligrosos sueños de poetas y «pensadores» (en Rusia, por ejemplo, por los libros de Aleksandr Duguin y las películas de Nikita Mijalkov). De Dichter und Denker («poeta y pensador») a Richter und Henker («juez y verdugo»)