Las formas del crimen desarrolladas durante la Violencia en Colombia alcanzaron niveles de crueldad inéditas en el país. Poco después de que el Partido Conservador llegara al poder en 1946, amplios sectores del mismo buscaron ampliar sus disminuidas bases políticas mediante la destrucción física y moral del liberalismo. En el Valle del Cauca, algunos dirigentes conservadores constituyeron y financiaron bandas de asesinos que, en asocio con policías y detectives, emprendieron campañas de homogenización conservadora a través tanto del asesinato selectivo como de masacres perpetradas en diversos lugares. Muchos de estos asesinos cometieron sus crímenes con sadismo y sevicia, ejecutando prácticas oprobiosas sobre las víctimas. De manera que lo atroz se constituyó en una característica fundamental de esta violencia y en un asunto de especial relevancia para la literatura que se ocupó del fenómeno. En este libro se hacen aproximaciones críticas a tres novelas vallecaucanas que son especialmente relevantes en este corpus: Viento seco (1953), Cóndores no entierran todos los días (1972) y Noche de pájaros (1984).