En mi ensayo Der starke Grund zusammen zu sein [La fuerte razón de estar juntos], 11 describí sociedades modernas (pero ahora en plural, a pesar de Luhmann) como cuerpos de estrés psicoacústicamente sensibles, afectados por emociones sincrónicas causadas por los medios masivos de comunicación en lengua nacional. La transmisión de emociones comunes dentro de una esfera de medios regional ocurre, principalmente, sobre la base de noticias diarias. Por lo tanto, una nación no es educada por el ejército, sino por el periodismo. El producto artificial “nación” no requiere de una dosis diaria de guerra, pero sí de una sensación de intranquilidad tanto por las señales de estrés
como por sus antídotos: la distracción y el entretenimiento como signos del cese de alarma. La nación no es solo un plebiscito diario, como remarcó Romain Rolland, sino una competencia cotidiana entre alarma y cese de alarma. Démonos por satisfechos con la observación de que las sociedades en guerra (como también luego de atentados terroristas) tienden a enfocarse de manera colectiva y monotemática en los acontecimientos en el frente militar, mientras que las sociedades relajadas tienden a producir un carnaval politemático.