escuché la música, aquella música que tanto había deseado en lo más profundo de mi ser. Aquella melodía no cesaba, nacía como agua en un manantial y regaba mi alma completamente seca. Resonaba sin parar no sólo en mis oídos, sino en todo mi cuerpo... Doctor, ¿es posible algo similar?... Todo mi ser, presa de una felicidad que no se puede definir, sentía la música.»