Cuando Josh McKinley apareció en la casa de Maggie O´Connor con una niña en los brazos y una irresistible expresión en el rostro, el instinto de madre, y el de mujer, de Maggie le impidieron rechazarlo. Sin embargo, aquella buena acción pronto se convirtió en matrimonio, aunque sólo en apariencia. Maggie sabía que era una locura, especialmente cuando lo que había empezado siendo un matrimonio de conveniencia se estaba convirtiendo rápidamente en un apasionado romance…