La cuestión de la enseñanza de la filosofía se ha reducido generalmente al desarrollo de estrategias didácticas que intentan facilitar la actividad docente. En este libro proponemos comenzar por un momento previo y reflexionar sobre qué se entiende por «enseñar filosofía», y cómo se podría transmitir aquello cuya caracterización es ya un problema filosófico. Se muestra que para llevar adelante la tarea de enseñar filosofía se deben adoptar una serie de decisiones filosóficas, y recién luego –y de manera coherente con ellas— elaborar los recursos más convenientes para hacer posible y significativa aquella tarea. Este planteo otorga a los profesores y profesoras un protagonismo central y los interpela no como eventuales ejecutores de recetas genéricas ofrecidas por especialistas, sino como filósofos que recrean su propia didáctica en función del contexto y las condiciones en que deben enseñar.