Lloré por aquella Noah, aquella Noah que había sido con él: aquella Noah llena de vida, aquella Noah que a pesar de sus demonios interiores había sabido querer con todo su corazón; supe amarlo más de lo que amaría a nadie y eso también era algo por lo que llorar. Cuando conoces a la persona con la que quieres pasar el resto de tu vida, ya no hay marcha atrás. Muchas personas nunca llegan a conocer esa sensación, creen haberla encontrado, pero se equivocan. Yo sabía, sé, que Nick era el amor de mi vida, el hombre que quería como padre de mis hijos, el hombre que quería tener a mi lado en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte nos obligase a separarnos.
Nick era él, era mi mitad, y ya era hora de aprender a vivir sin ella