El lector conocerá un procedimiento descriptivo que aparece en la prosa de Emar y que podemos llamar realismo delirante; por un lado, se vale de técnicas que remiten a la novela decimonónica o la literatura científica, pero por otro remarca tanto las tintas en el detalle que la precisión llega a niveles de irrealidad. Este mecanismo discursivo constituye una de las características más notables y estrafalarias de la prosa emariana, un inconfundible rasgo de estilo que se extiende por varias líneas de «El pájaro verde» y “El hotel Mac Quice”, relatos que se publican por primera vez en México y que, seguramente, permanecerán grabados en la memoria del lector con la nitidez de una fotografía y la impresión que provoca un cuadro surrealista.