mismo ordenador es representado como una bestia monstruosa, una especie de esfinge local que responde a las preguntas con aforismos inspirados en el I Ching y termina estallando cuando uno de los personajes, al que inexplicablemente se le ha ocurrido esa palabra, le pregunta qué significa Persus-9. Dick siempre intentaba formular esa única pregunta, la que hace estallar a Dios o bien lo obliga a revelarse, pero esta ya no era más que un tic, un nudo molesto en la madeja del programa que las termitas desovillaban. Lo mismo puede decirse de la estructura teológica del libro. Porque el ordenador de a bordo, procurando dar una apariencia de sentido al universo que visitan, ha fabricado, a partir de las informaciones que los pasajeros le han dado sobre sus distintas creencias, una religión de síntesis, que en realidad era el fruto de las conversaciones que Dick había tenido con el obispo Pike en los meses anteriores.