“–Sí, absolutamente indiferentes –dijo Elizabeth entre risas–. Oh, Jane, ¡ten cuidado!
–Mi querida Lizzy, ¿acaso me crees tan débil como para considerar que me encuentro en peligro?
–Creo que estás en un terrible peligro: en el de convertirlo en un hombre que te ame tanto como siempre”.
Orgullo y prejuicio, Jane Austen