Todo es tan raro en este mundo, que aun esas charlatanerías de viajar en el tiempo, como tú las llamas, son posibles. Lo que yo daría por retroceder cuatro mil años… Lo que daría por conocer a Minos, a Pasífae, a Ariadna y sobre todo a Dédalo, el arquitecto del Laberinto… Y traer algo del pasado al presente, nada más pour le plaisir, una piedra, una pequeña jarra, una muñeca articulada, o el Disco de Festos…