Chíchikov se quedó petrificado en el mismo sitio, como el hombre que sale alegremente a pasear con los ojos predispuestos a contemplarlo todo y de golpe se queda inmóvil al recordar que ha olvidado algo. Y, entonces, no puede haber algo más estúpido que ese individuo: en un instante, la expresión de despreocupación desaparece volando de su rostro; el hombre trata de recordar lo que ha olvidado: ¿será el pañuelo? Pero está en su bolsillo. ¿Será el dinero? Pero ahí está, también junto al pañuelo. Parece que lo lleva todo encima y, sin embargo, algún espíritu desconocido le susurra al oído que ha olvidado algo.