Combates

Este primer cuento ya marca otra de las características de esta colección, la tendencia a evadir la anécdota

Gregory Zambrano ha advertido que estos relatos le recuerdan Los sueños de Akira Kurosawa, especialmente el “Sueño de los escaladores de la nieve”, en que la respiración agitada de los personajes se refleja en la del espectador y concreta títulos como “El combate”, “Caza” o “Las furias”, “donde se confunde la lectura con el ritmo agitado de la narración que, trasmutado al espectador-lector, nos deja la sensación de estar viviendo una especie de asfixia simultánea

De los primeros heredé mi vocación mediterránea y la lengua de Cervantes y Quevedo, de los segundos, el cabello rebelde, mis ojos de japonés alucinado y mi conciencia de guerrero

Una voz se levantó por encima de los árboles. La reconocí, la acaricié y la sostuve en el cuenco de mi mano.

Por cuántos siglos se prolonga la agonía de una roca

la acción, como reflejo de la voluntad, era en aquel ámbito un evento desconocido

¿A quién le interesa una existencia tan precaria? Pero yo lo escucho, sé que lo escucho. Canta dulcemente –¿expresa así su desconsuelo?– como si presintiera que las fauces oscuras de la muerte se fueran a cerrar sobre él en mitad de su canto.

Sordo no estaba, no del todo, tal vez sí demasiado aturdido. Me costaba discernir entre el sonido áspero y retumbante del trueno y el leve crujir de una rama seca

No he vuelto la mirada, absorto como estoy en la contemplación de una imagen que en apariencia me contiene. Y no he intentado detenerme, pues mis miembros, adheridos al caparazón frágil de mi cuerpo, han sido hechos para el movimiento.