En una crítica literaria ley que "Hay libros que se le cuelan a una entre las costillas", esto me pasó con este libro, fue breve, se coló de forma sutil pero con mucha fuerza, por que el relato, en forma de diario, se va redactando con la brevedad de los días, con la fuerza del rugido íntimo y personal, ese huracán interno que nos revuelve a diario, si lo perdemos, estamos dejando de vivir irremediablemente.
Es un texto breve, mucho, pero se lee con tanta agilidad que se consume rápidamente, la vida misma se diluye con esa rapidez si se lo permitimos, si dejamos de percibir lo que la cotidianeidad nos ofrece, a ella la lleva a Alemania, no sabe orientarse, no habla bien el alemán ni el inglés, se relaciona con dificultad y se extravía en un lugar dónde se ve forzada a re encontrarse.
Me gustó, sobre todo por que Halfon nos dice entre líneas que los planes no son siempre los que se planean: “Eso ocurre con los orígenes. Hay un viaje muy ansiado e imaginado, tras el cual lo que se encuentra es otra cosa. Aun así, o precisamente por ese intercambio, hay un relato. Todo recomienza después del fuego y la decepción. Pero queda un residuo, una ceniza, cae un polvillo dorado, como una constatación.”