Pero como ya la sentencia estaba dictada y no podían apelar a la Suprema Corte de Justicia porque el caso había recibido demasiada publicidad, tuvieron que conformarse con ir, cada uno por turno, a la visita conyugal en Santa Marta Acatitla, lo cual de todos modos no cambiaba mucho la situación de facto et in situ, puesto que anteriormente sólo la veían una noche por semana. Incluso ahora coincidían en no pocas ocasiones los domingos en la visita general, cada uno con algún antojito en el que tuvieron que ponerse de acuerdo para no repetirse y llevar un variado espectro que complaciera a Esmeralda así como a Lucita, a Carmelita, a Tere, a García, a Carvajal, a Pérez, a Mantecón y al agente del Ministerio Público que de vez en cuando se presentaba muy circunspecto habiéndose aficionado a las respuestas de la acusada