La poesía representa para mí el autodominio de un ser humano que cansado de vivir con prisas, con dogmas –que son la prisa de las ideas–, con ofertas de consumo rápido, pide el tiempo necesario para hacerse dueño de sus propias ideas, para matizar, para ponerse al otro lado de las afirmaciones o las negaciones tajantes, para decidir sobre lo que es importante y lo que es prescindible.