Mía (Saga Real 2)

Yo me he roto en pedazos, y he logrado recomponerme.

Me han amado y he amado.

Estoy enamorada y este amor me cambiará para siempre; de hecho, ya me ha cambiado.

Duro, esbelto, peligroso, guapo y completamente mío.

—Ahora nuestro bebé tiene el tamaño de una ciruela.

—¿Una ciruela?

Abre la boca y le doy más manzana. Muevo los dedos para hacer la forma de una ciruela.

—Una ciruela —repito.

—Qué pequeño —dice con ternura y desliza una mano hacia la pequeña curvatura de mi vientre.

—Muy pequeño. —Tomo aire y me acurruco en su cuerpo con un suspiro. Escucho cómo se termina la manzana y le dejo lamer todas las gotas de zumo que caen sobre mi piel.

Yo me he roto en pedazos, y he logrado recomponerme.

¿El corazón es el único que ama? ¿O se ama con el alma, que es infinita?

Siento la forma de sus abdominales bajo su camiseta y mis nervios arden cuando vuelve a introducir las yemas de sus largos y fuertes dedos bajo mi camiseta

Y aunque todo el mundo grita su nombre, sus ojos se fijan en mí y todo mi cuerpo comienza a desearlo.

Dios.

Es un puto Dios del sexo. Y me excita.

Es MÍA, y yo soy suyo. Nuestro amor es ardiente, poderoso, imperfecto y REAL

—Te lo prometo. Te prometo que tienes mi corazón y me tienes a mí. Siempre me tendrás a tu lado.

Se gira y disfruto mirando sus ocho abdominales. ¡Ocho! Sí, sé que parece imposible, pero los tiene…