Cuando Finn se acercó, le indiqué una de las maletas que podía llevar, pero no la cogió. En lugar de eso, se sentó encima y me miró melancólicamente. Me senté encima de la otra maleta y estuvimos un rato en silencio. Yo estaba cansado y no tenía ganas de preguntarle nada, ya me lo contaría. Le encantan los problemas, los suyos y los de los demás, sin discriminación, y lo que le gusta aún más es dar malas noticias.