«Qué mayor alegría me puede proporcionar el Señor Romero de Terreros, que convidándome a conocer, como él lo conoce, el gran mundo colonial; edificándome con la piedad de los virreyes, muchos de ellos deudos suyos y todos amigos míos; presentándome al Excelentísimo Señor Don Fernando de Valenzuela, el llamado Duende, que tanta guerra dió en la Corte española por su privanza y que vino a morir aquí víctima de la coz de un caballo; contándome al oído el enredo matrimonial con la famosa “China”; poniéndome en relación con los Borda y otros potentados señorones; llevándome a los besamanos y saraos del Real Palacio, y a la toma de hábito y cruzamiento de un Caballero de la Orden de Santiago; y al fin rematando con la deliciosa presentación de cuatro damas hermosísimas, “Venus” y las “Tres Gracias”, o sean la famosa “güera” Rodríguez y sus tres hijas, y refiriéndome después los detalles picarescos y las murmuraciones embozadas a que dieron margen ella y ellas por sus hechos y dichos». Luis González Obregón.