En este poema el autor comparte imágenes de sueños nacidas del inconsciente profundo, vetas hacia una interioridad de carácter mítico u “objetivo”, donde la palabra consabida por el consciente personal sufre el accidente llamado poesía. Al aproximarse el sueño a la visión, surge un hablar poético como emergencia de la relación entre este y aquella dimensión desconocida. El verseo asiste como posibilidad de un diálogo entre lo insondable y la interioridad, resultando un panorama de los movimientos del alma donde llaman recuerdos más antiguos y originarios que las vivencias terrenas despertando añoranzas de a ella volver.