A la mañana siguiente de la gala anual de la Sociedad para la Conservación de Venecia, Gabriel Allon, restaurador de cuadros y espía legendario, entra en su cafetería favorita de la isla de Murano y encuentra allí al general Cesare Ferrari, comandante de la Brigada Arte, que espera ansioso su llegada. Los carabinieri han hecho un descubrimiento sorprendente en la villa amalfitana de un magnate naviero sudafricano muerto en extrañas circunstancias: una cámara acorazada secreta que contiene un marco y un bastidor vacíos cuyas dimensiones coinciden con las del cuadro desaparecido más valioso del mundo. El general Ferrari pide a Gabriel que busque discretamente la obra maestra antes de que vuelva a perderse su rastro.
—¿Ese no es vuestro trabajo?
—¿Encontrar cuadros robados? Técnicamente, sí. Pero a ti se te da mucho mejor que a nosotros.
La pintura en cuestión es El concierto de Johannes Vermeer, una de las trece obras robadas del Museo Isabella Stewart Gardner de Boston en 1990. Con la ayuda de una aliada inesperada, una bella hacker y ladrona profesional danesa, Gabriel no tarda en descubrir que el robo del cuadro forma parte de una trama ilegal de miles de millones de dólares en la que está implicado un individuo cuyo nombre en clave es «el coleccionista», un ejecutivo de la industria energética estrechamente vinculado con las altas esferas del poder en Rusia.
El cuadro desaparecido es el eje de un complot que, de tener éxito, podría sumir al mundo en un conflicto de proporciones apocalípticas. Para desmantelarlo, Gabriel habrá de llevar a cabo un golpe de extrema audacia mientras millones de vidas penden de un hilo.