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Daniel Silva

El coleccionista

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A la mañana siguiente de la gala anual de la Sociedad para la Conservación de Venecia, Gabriel Allon, restaurador de cuadros y espía legendario, entra en su cafetería favorita de la isla de Murano y encuentra allí al general Cesare Ferrari, comandante de la Brigada Arte, que espera ansioso su llegada. Los carabinieri han hecho un descubrimiento sorprendente en la villa amalfitana de un magnate naviero sudafricano muerto en extrañas circunstancias: una cámara acorazada secreta que contiene un marco y un bastidor vacíos cuyas dimensiones coinciden con las del cuadro desaparecido más valioso del mundo. El general Ferrari pide a Gabriel que busque discretamente la obra maestra antes de que vuelva a perderse su rastro.
—¿Ese no es vuestro trabajo?
—¿Encontrar cuadros robados? Técnicamente, sí. Pero a ti se te da mucho mejor que a nosotros.
La pintura en cuestión es El concierto de Johannes Vermeer, una de las trece obras robadas del Museo Isabella Stewart Gardner de Boston en 1990. Con la ayuda de una aliada inesperada, una bella hacker y ladrona profesional danesa, Gabriel no tarda en descubrir que el robo del cuadro forma parte de una trama ilegal de miles de millones de dólares en la que está implicado un individuo cuyo nombre en clave es «el coleccionista», un ejecutivo de la industria energética estrechamente vinculado con las altas esferas del poder en Rusia.
El cuadro desaparecido es el eje de un complot que, de tener éxito, podría sumir al mundo en un conflicto de proporciones apocalípticas. Para desmantelarlo, Gabriel habrá de llevar a cabo un golpe de extrema audacia mientras millones de vidas penden de un hilo.
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Impressions

  • elena sohorshared an impression7 months ago
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Quotes

  • elena sohorhas quoted7 months ago
    —Yo no, Serguéi. Yo amo a todo el mundo.

    —A todo el mundo menos a los rusos —replicó Morosov.

    —¿Te refieres a los que han masacrado a más de cuatrocientos cincuenta civiles inocentes en la ciudad ucraniana de Bucha? ¿A los que disparan misiles adrede contra refugios abarrotados de mujeres y niños? ¿A los que emplean la violación como parte de su estrategia militar?

    —Los rusos solo conocemos una forma de librar una guerra.

    —O de perderla —dijo Gabriel.

    —No hay duda de que Volodia está perdiendo esta —dijo Morosov—. Pero bajo ningún concepto va a perderla de verdad.

    Volodia era el diminutivo cariñoso del nombre ruso Vladímir.

    —¿Y cómo va a arreglárselas para conseguirlo? —preguntó Gabriel.

    —Haciendo lo que haga falta. —Morosov volvió a llenarse la copa de vino—. Tú conoces la historia de Rusia, Allon. Dime, ¿qué ocurrió cuando Rusia sufrió una derrota humillante en la guerra ruso-japonesa?

    —Que se produjo la Revolución de 1905. Hubo revueltas obreras y levantamientos campesinos en todos los rincones del imperio. El zar Nicolás II respondió publicando el Manifiesto de Octubre, que prometía derechos fundamentales a los ciudadanos rusos y un parlamento elegido democráticamente.

    —¿Y cuando Rusia sufrió una serie de desastres bélicos durante la Primera Guerra Mundial?

    —Que los bolcheviques tomaron el poder y el zar y su familia fueron asesinados.

    —¿Y qué me dices de nuestras desventuras en Afganistán?

    —El Ejército Rojo se retiró en mayo de 1988 y tres años después la Unión Soviética había desaparecido.

    —La mayor catástrofe geopolítica del siglo XX, según Vladímir Vladímirovich. No va a perder la guerra en Ucrania porque no puede perderla. Por eso me preocupa tanto lo que puede pasar. Como a ti, me imagino.
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