Hay que morir herméticos, prudentes,
con ese mismo abismo discreto de los ciegos.
Hoy he aprendido que todo sería inútil
si no rompiera muros, encabritada en gritos.
Todo sería igual:
por la misma herida abierta fugaría mi sangre
y tú estarías lívido, traspasado de muerte,
al doble filo de una espada sin término…
Así no quiero, no soporto, no puedo.