El cadáver de Kenneth Fleming, auténtica estrella del críquet en Inglaterra, aparece en la casa de campo de Miriam Whitelaw, una profesora retirada que años antes había sido mentora de Ken. Al principio, todo parece señalar que se trata de un desafortunado accidente, pero los indicios que encuentra la policía apuntan más bien hacia un homicidio premeditado.
Lo cierto es que el caso no parece fácil de solucionar porque la vida de Ken estaba rodeada de demasiadas circunstancias extrañas: llevaba ya cuatro años sin vivir con su mujer quien, a pesar del tiempo, se resistía al divorcio; por otra parte, no hacía mucho que tenía una amante, también casada, y estaban planteándose contraer matrimonio tras conseguir sus respectivos divorcios; y, por último, la relación que le unía a Miriam Whitelaw, treinta años mayor que él, no acababa de estar muy clara.
El círculo es reducido, pero son demasiadas las personas que podrían desear verle muerto: ¿quizá Jimmy, su hijo, dolido por su abandono? ¿O Jean, su esposa, decidida a no divorciarse? ¿O podría haber sido Olivia, la hija de Miriam, celosa por las atenciones que su madre le prodigaba a Ken, mientras a ella hacía ya más de diez años que no le dirigía la palabra? Por si no fuera suficiente, Gabriella, la amante de Ken, quien se suponía que debía estar en la casa incendiada, ha desaparecido sin dejar rastro… Elizabeth George reconstruye con su maestría habitual este rompecabezas de pasiones y secretos en el que, como en las obras maestras del género de misterio, las piezas no encajan hasta el final.