Ante él se extendía un vasto jardín cubierto de olorosas flores primaverales de todos los colores y salpicado de árboles jóvenes en pleno desarrollo.
—¡Es increíble! —musitó.
—Este suelo conserva aún el calor del viejo volcán y es muy rico. El jardín está protegido por grandes rocas. Ésta no es más que una parte de mi sueño para el valle. Hoy has soñado algo, pero no sabes exactamente el qué. Yo te lo explicaré. Mira ahí, debajo de ese árbol, contra esa pared de roca de tono trigueño yace tu hijo, aún no le he puesto lápida, pero está cubierto de flores y brotes.