La masonería se apoya en un fuerte sentimiento religioso, y no podemos admitir a nadie que no declare creer en Dios. Para que ese Dios cubra todas las religiones —pues la masonería es universal—, lo llamamos «Gran Hacedor del Universo». Nuestras reuniones no son válidas si no invocamos al principio y al final de las sesiones al Gran Arquitecto del Universo, es decir, a Dios, y si no está sobre el ara de nuestros templos el libro de cada religión; en nuestro caso, la Biblia. Por tanto, rechazamos totalmente el ateísmo.