El marqués de Casinos, en una interpretación presentada a la corporación municipal de Cádiz en 1761, habla del papel extraordinario de los gitanos en el baile del fandango. Seis años más tarde, Gustavo Casanova volvió a señalar el mismo hecho.
En 1779, en su obra La quincaida, el conde de Noroña señaló que había un nuevo tono en el cantar de coplas andaluzas y españolas, mencionando, entre otros rasgos, el «quejumbroso polo agitanado».
Don Preciso, en el siglo xviii, elaboró un resumen crítico del baile y la poesía popular andaluza en el prólogo de su Colección de las mejoras coplas de seguidillas, tiranas y polos