No es por rabia que unto en bencina la situación
de mi rostro, no son estas lágrimas las que apagarán mi cuerpo
No es por rabia que me incendio ni por orgullo
que ilumino lo claro del día, lo trémulo
del viento que aviva este chamuscar. Nadie debe creer
que soy la ceniza que dejé, sino este segundo de luz.