Por qué nos sentimos obligados a hacer varias cosas a la vez, a no desperdiciar tiempo comiendo? Parece que nuestra autoestima se basa en lo mucho que producimos en un día, o en cuántas cosas podemos tachar de nuestra larga lista de cosas pendientes. Comer y beber son actividades que no nos hacen ganar dinero, un cónyuge, o un Premio Nobel, así que empezamos a creer que carecen de valor. Durante los talleres de comer conscientemente mucha gente dice: «Oh, yo solo como pensando en acabar y seguir con mi trabajo». ¿Y si el trabajo más importante que hacemos cada día sea estar verdaderamente presentes, aunque solo sea durante unos minutos?