La llave gira en la cerradura y la puerta se abre, madame y monsieur cruzan el umbral. El apartamento está oscuro y huele al pasado, al profundo y oscuro pasado, a un pasado congelado en el tiempo, incrustado en los átomos y las células, a un pasado impregnado de melodrama, magia, pena, pérdida, felicidad, sexo, anhelos solitarios, uñas de los pies, loción, espuma de jabón, lentes de contacto, cigarrillos, risas, juegos infantiles, masturbación, comida para llevar, televisión, ratones muertos podridos apestosos, dolor, dolor, y amor, un amor eterno e imperecedero. Ella se quita las botas con calma; a continuación se acerca al interruptor e ilumina el viejo campo de batalla.