Es importante que te percates de que el progenitor del sexo opuesto con el que vives esta herida probablemente vivió y vive aún la misma herida que tú con su propio progenitor del sexo opuesto. Nada te impide preguntárselo. Hablar con nuestros padres sobre lo que experimentaron con sus propios padres cuando eran pequeños con frecuencia es una experiencia muy enriquecedora.
Recuerda que la causa principal de una herida se deriva de nuestra incapacidad de perdonar lo que nos hacemos a nosotros mismos o lo que hacemos sufrir a otros. Nos es difícil perdonarnos ya que, por lo general, no tenemos conciencia de lo que nos reprochamos. Mientras más importante sea la herida de humillación, más significará que traicionas a los demás o que te traicionas a ti mismo al no confiar o no cumplirte a ti mismo tus promesas.
Reprochamos a los demás lo que nos hacemos a nosotros mismos y no queremos ver. Esta es la razón por la cual atraemos a nuestro alrededor a personas que nos muestran lo que les hacemos a otros o lo que nos hacemos a nosotros mismos.
La vergüenza es otro recurso para adquirir conciencia de que nos traicionamos a nosotros mismos o a otra persona. De hecho, vivimos un sentimiento de vergüenza cuando queremos ocultarnos u ocultar un comportamiento. Es normal que nos parezca vergonzoso tener los comportamientos que les reprochamos a los demás. Lo que por encima de todo queremos es que no descubran que actuamos como ellos.