Esta novela dibuja con pasmosa naturalidad una realidad —familiar y dislocada a la vez— donde la muerte ha sido semierradicada. En este hipotético escenario de inmortalidad ficticia, las conciencias sobreviven “cargadas” en internet mientras esperan un nuevo cuerpo o funda donde ser quemadas.
Es a partir de esas premisas y de la historia de Ramiro («Rama», como el dios), un hombre “quemado” en un cuerpo de señora, que Castagnet contrasta nuestro presente con el futuro distópico del libro, discutiendo temas cruciales para nuestra civilización como la identidad, el amor y la muerte.