Una estudiante me dijo una vez: «Bien profesora. Ya tenemos el cerebro. Tenemos plenamente identificadas sus partes y sabemos cómo funciona la gran mayoría de ellas. Diría que también sabemos cómo se interrelacionan entre sí y cuáles son los procesos que van ocurriendo en su interior. Lo que me cuesta entender es la relación de todo eso con el aprendizaje, es decir, me cuesta relacionar lo que sé del cerebro con el poder que yo tengo (como futura pedagoga) de potenciar aprendizajes significativos, perdurables y pertinentes. ¿Qué tengo que hacer, en el aula, profesora, que responda a mi conocimiento del cerebro?, ¿qué cosas de la teoría del cerebro me sirven para qué? y lo más importante profesora, ¿por qué?». Esta alumna inquieta, apuntó a todos los requerimientos y aprensiones de quienes empiezan a estudiar neurociencias. No es necesario cambiar el currículum, ni establecer nuevas reglas, sino que es necesaria la reflexión respecto a educar en la casa y formar en la escuela, basada en el cerebro. Este libro es un aporte transversal a dicha reflexión. No es la verdad absoluta y no se pretende dar recetas. Sin embargo, es una guía metodológica para padres y pedagogos, de fácil entendimiento, que incluye ejemplos de casas y aulas reales, con el fin de saber cómo y por qué utilizar el cerebro en función de aprendizajes de calidad.