Ser líder no es sencillo.
En palabras del P. Adolfo Nicolás, SJ, esta labor se facilita y rinde mejores frutos si se asume desde el estilo de liderazgo ignaciano, el cual se concibe como una actividad fundamentalmente espiritual y de servicio, a través de la que se busca reforzar y animar actitudes y valores evangélicos, así como ayudar al crecimiento de la persona con base en las enseñanzas de Cristo.
Entre las características clave que debe reunir quien busca ser un buen líder, el P. Nicolás identifica: que genere confianza, con gran visión de hacia dónde deben ir las cosas, así como capacidad de adaptarse a las condiciones del entorno; que sepa distinguir entre gestión y liderazgo, pues el gestor hace las cosas bien mientras que el líder hace buenas cosas; que tenga la habilidad para capacitar a sus colaboradores en el pensar, imaginar y realizar; que sea un gran comunicador; y que esté siempre abierto a una evaluación y medición continua.
Condiciones no fáciles de reunir y necesarias en un mundo ávido de líderes, como los que se pueden formar siguiendo las enseñanzas de san Ignacio de Loyola.