Más de un millón de personas, casi un tercio de la fuerza laboral cubana, está en el “sector no estatal” de la economía: trabajadores autónomos, usufructuarios de la tierra, miembros de nuevas cooperativas, compradores y vendedores de viviendas privadas y otros grupos. Aunque se trata de la reforma estructural más importante de Raúl Castro, que conlleva una reducción gradual del sector estatal, poco concreto se sabe sobre las características (edad, género, raza y educación), condiciones económico-sociales y aspiraciones del emergente sector no estatal. Basado en 80 entrevistas intensivas hechas en Cuba entre 2014 y 2015, el libro recoge las voces del sector: hablan sobre su nivel de satisfacción con lo que hacen y ganan, sobre empleados contratados y formas de pago, ganancias y su distribución entre inversión y consumo, planes de expansión de los micronegocios, recibo de remesas externas y microcréditos, competencia y publicidad, y pago de impuestos. La parte crucial es la que detalla las voces sobre los principales problemas que enfrentan los cuentapropistas y sus deseos de mejora o cambio. Dice un trabajador autónomo: «Debe haber rienda suelta a toda esta fértil imaginación que estamos demostrando los cubanos, que se realice sin trabas, de manera libre, que el gobierno permita que esto fluya, no lo dificulte y controle sólo lo que debe controlar”.