“Los niños/as con traumas sexuales no hablan, son muy difíciles de diagnosticar”. Este es el mito más grande que circula por los juzgados, consultorios privados y decretos profesionales. Y es lo que nos hemos creído, lo que nos han hecho creer, lo que parecería que conviene creer. ¿Qué sucedería si pudiésemos convertir cada entrevista en una especie de viaje iniciático para conectarnos con lo más profundo del mundo del otro? Los niños/as abusados no solo hablan, gritan e imploran por ayuda. Tan solo, que lo hacen en su propio idioma.
Si partimos del hecho de que el lenguaje oral constituye entre el 3 y 7% en la comunicación humana, como entrevistadores tanto de víctimas como de victimarios, debemos estar capacitados para saber decodificar el significado de otros tipos de lenguajes: corporal, paraverbal, microexpresiones faciales, parafraseos, movimientos oculares… Se dice que a las personas no se las conoce tanto por lo que expresan sino por cómo lo hacen. No es difícil obtener información precisa y certera en plazos cortos de tiempo cuando se cuenta con este tipo de conocimiento. Los niños/as no necesitan adaptar su lenguaje al mundo adulto, sino que es nuestro deber como adultos saber traducir todo lo que ellos nos transmiten.
Cómo liderar con éxito una entrevista a madres y agresores sexuales cuando todo parece perdido; y la implementación de innovaciones metodológicas en la toma de entrevistas a niñas y niños víctimas de delitos sexuales son puntos clave de este libro.