El ciclo de violencias iniciado en los años treinta del siglo XX supuso el colapso de la cuenca media del río Magdalena como un mundo que escindido del mito pero apenas incurso en la historia era por lo mismo un mundo mitológico. Lo anterior supuso el derrumbe de unas estructuras primordiales con sus prácticas, lo que dejó un repertorio de fragmentos dispersos en la forma de especies náufragas, figuras a medio camino entre el mito y la historia. Estas figuras vagarán errantes en adelante como expresiones de la naturaleza en medio de la cultura o como expresiones de la cultura dentro de la naturaleza que habrán de insertarse en el discurrir del ciclo de violencias, fungiendo incluso como referencia, fuente o criterio para comprenderlas o interpretarlas cuando estas se tornen extrañas o abiertamente oscuras.
Las especies náufragas se convertirán entonces en modos de mantener la capacidad de simbolizar frente a la conculcación de lo simbólico que acomete lo violento. Una de estas especies náufragas será el indio antiguo, una entidad fantasmal que utilizada para comprender o interpretar las violencias, incluso para esencializarlas, apenas es una proyección parcial de lo que sería la fuente auténtica de estas. El repertorio de fragmentos del mundo mitológico con sus usos en los ciclos de violencias ha jugado un papel determinante en la invención de la región del Magdalena Medio. Esta es la mímesis cuarta del hecho colonial en la mitología nacional.