La noche sin memoria dibuja una trama coral que tiene como escenario una población pesquera y turística. El narrador, personaje principal del relato, es un novelista politoxicómano que regresa a su población natal, donde rememora sus orígenes ya lejanos en el tiempo e irreverentes en conducta. Allí, sintiéndose realizado en lo profesional, y habiendo hecho uso siempre de la ficción como elemento narrativo, decide investigar la desaparición de dos personas a finales de la década de los años noventa.
Inmerso en un paisaje marino, irá entrevistándose con diferentes personajes que han sobrevivido de manera desigual al paso del tiempo, y desde la actualidad, dará cuenta de los sucesos a la vez que de sus investigaciones cuyo resultado es la novela que estamos leyendo.
Jordi Ledesma realiza un magnífico ejercicio estructural que hace convivir tres tiempos narrativos y en el que mezcla hechos reales y probados con ficción criminal, dando lugar a un texto que nos transporta a sus universos canallas y emocionalmente desgarradores. En un segundo plano recrea con excelencia un paisaje y un contexto social muy reconocibles en nuestra realidad certera, y lo hace sin descuidar lo mínimo el registro estilístico y personal de su prosa.