«La antigua avenida poblada de diccionarios somnolientos ha desembocado en un tapiz formidable donde se entrecruzan sombras y colores, donde vibran recuerdos y se arrinconan en gamas grises los olvidos. La ira que se identifica con la pasión y la pasión que se bautiza como sufrimiento, el aullido de la avaricia y la bizquera de la envidia, el estro de la inspiración y el estrógeno del sexo, la leche del amor, los trenos de la tristeza y la velocidad de la alegría, la hermandad de la esperanza y el esperma: he aquí un bosque de metáforas que nos retrotraen a la infancia del lenguaje, cuando el cuerpo hacía cuerpo con la palabra y las emociones estaban cerca de los huesos, la sangre, los ojos y la piel.»