si los cuidadores son también el origen del dolor y el miedo, si el padre ha provocado el estado de terror en el niño por lo que este haya hecho, para el cerebro del pequeño la situación puede resultar muy confusa. Un circuito empuja al niño a intentar escapar del padre que está haciéndole daño, mientras que otro lo empuja hacia la figura de apego en busca de seguridad. Así, cuando el padre es el origen del dolor o el miedo, puede que el cerebro acabe funcionando de forma desorganizada, pues se crea una paradoja sin solución. En última instancia, consideramos esto una forma de apego desorganizado. La hormona del estrés —cortisol— liberada cuando se produce un estado interno desorganizado y reiteradas experiencias interpersonales de terror y furia, puede provocar duraderos impactos negativos en el desarrollo cerebral, pues dicha hormona es tóxica para el cerebro e inhibe el crecimiento sano. En realidad, el castigo duro y severo puede dar lugar a cambios importantes en el cerebro, como la muerte de conexiones e incluso de células cerebrales