“Soy tu hermana Irene”. Dieciséis años después de abandonar a su familia Daniel recibe ese mensaje por Facebook. Su pasado acaba de irrumpir para llevarle hacia todos los motivos por los que nunca regresó. En el verano de 1999 Daniel, joven estudiante de Periodismo en Madrid, había llamado desde Edimburgo para comunicar a su madrastra, Maribel, y su medio hermana de seis años, Irene, que nunca iba a volver. En la España de la Expo, el AVE y los Juegos Olímpicos, Daniel sabía que su padre, ya fallecido, y su segunda mujer, Maribel, joven promesa del partido gobernante, habían participado en el festín de la corrupción. Lo que Daniel no imaginaba es que su decisión de no regresar suponía también dejar a su hermana Irene sin el único adulto en el que su infancia se sustentaba. No contaba, en definitiva, con que entrar de lleno en la edad adulta significa asumir en soledad las consecuencias más dolorosas de nuestros propios actos… y sus huellas en los demás.
Todo queda en casa habla de culpas heredadas, de heridas del pasado, de lazos familiares y del derecho a una segunda oportunidad. Y, sobre todo, de cómo construir esa segunda oportunidad.