materia gris

aunque no puedan

sino desmoronarse
con el tiempo
como unos riscos
de cancagua
que solo existen
en mi memoria
sobre una playa
de arena gris
corren los niños
que fuimos
a desafiar
el mar helado
y dejan huellas
por todos lados
de hawaianas
de una marca
ya desaparecida del mercado

la enfermedad es un plato
lleno de insectos
que te escuchas masticar
en un sueño
una cucharada
somera
de realidad cada noche
cortesía del cuerpo
que aprendió con los años
a engañar a la mente
clausurando de este modo
un debate milenario
en la filosofía
de la ciencia
unas fotocopias
subrayadas
con lápiz amarillo fluorescente

la enfermedad es un plato
lleno de insectos
que te escuchas masticar
en un sueño
una cucharada
somera
de realidad cada noche
cortesía del cuerpo
que aprendió con los años
a engañar a la mente

al caminar
me acompaña
en lugar
de mi sombra
la imagen
de mi padre
postrado
que envía
señales
de vida
desde el otro lado
del mundo
una postal de la infancia

en las nubes

aunque
no estamos
hechos
de verdad
para caminar
avanzamos
en búsqueda
de formas
de equilibrar
la cabeza
con los años
cada vez
más pesada
que llevamos
en andas
todo el tiempo
cargada
de recuerdos
hacia el futuro
inmediato
un horizonte
amenazante
sobre los cerros
distantes
es un frente
de baja presión
que se avecina
no una metáfora
de la atmósfera
política actual
ni mucho menos
unas cuantas
toneladas de agua
suspendida a punto
de desfondarse sobre la ciudad

llegada cierta edad

ser blanco para los negros
gris para los jóvenes
más o menos amarillo
para algunos
definitivamente rojo
para otros han tratado
de convencerme
en volverme
azul alguna vez
pero uno
se jura verde por dentro
se acuesta al sol
sin bronceador
a tostarse
y duerme después
olvidado por años
en un saco de arpillera
un puñado de granos
de café molido
la mañana siguiente
barajo sin apuro
la jornada
que viene detrás
de los cerros
el cielo carece de todo color

esperando al hombre verde

en vez de decir de mentira
dice de plástico
una fruta por ejemplo
de plástico
con la que juega su hijo
es mentira
una foto de esa fruta
verdadera
el niño la muerde con saña
al rato se aburre
la arroja lejos
y parte
hacia otra pieza de la casa
a joder a su mamá
en vez de azúcar dice
energía
el listado de ingredientes
del cartón de los cereales

otra mañana moderna

más que te pierdes
durmiendo
en los cajones abiertos
de la memoria reciente
entra el sol
a trajinar
recuerdos del día anterior
por la ventana
y desordena un poco más
con su luz la cabeza
bajo un chorro de agua fría
después de almuerzo
la pantalla en silencio
de fondo
da noticias siempre
en desarrollo
una taza humeante
de té donde intentas
esclarecer el color
de la tarde
la realidad menos el tiempo
que te toma notarla
la cordillera después de la lluvia

viejos eneros en santiago

no saber si concentrarse
en el siseo de la cinta
o el silencio entre canciones
le permite apreciar
por algunos segundos
el distante rumor de la tarde
tendido en calzoncillos
y polera a rayas
sobre un sillón polvoriento
con los ojos cerrados
busca a tientas
la cajetilla
pero palpa solamente
ceniza
y colillas aplastadas
contra un plato de té
para por fin
el casete
se incorpora
lo cambia de lado
nota el paisaje fileteado
por las persianas entreabiertas
el teléfono lo mira de vuelta
pero no piensa sonar

engordé de almorzar
cada día
en diversas picadas
del centro
en lugar de volver
al trabajo
a una hora decente
no obstante
casi siempre dejaba
la oficina de noche
apagando las luces
una por una
cayeron las murallas
de pronto
solo para que al final
erigiéramos
otras tantas
entre la gente
nos dividimos
la sombra
de lo que fue
este país
y echados después
a soñar bajo ella
despertamos
sudorosos
a media tarde
varios años
más viejos
menos sabios
y el teléfono
insistente
sonando quizás desde cuándo