Mi padre, por ejemplo, no es para nada observador. A menos, claro está, que el objeto de observación sea una planta: en ese caso mira cada detalle. Es botánico y le encantaría pasarse todo el día en su invernadero. Creo que es todo lo contrario de mi madre, que es vivaz y extrovertida, y siempre sabe qué decir, pero cuando están juntos es obvio que se quieren mucho. La semana pasada los sorprendí besándose en el jardín. Me quedé atónita. Mi madre tiene casi cuarenta años, y mi padre es mayor.