«A él dedico mi pensamiento cuando no puedo dormir por las noches. Desde que apareció en mi despacho y me notificó el despido, me desvelo muy a menudo. Echo la vista atrás y contemplo la historia de su vida, como si me fuera más próxima y familiar que la mía propia. Treinta años después de nuestro último encuentro, le sigo dedicando mi primer pensamiento cuando me levanto y el último cuando me voy a la cama».
El narrador tiene una obsesión: el hombre que le contrató y luego le despidió arbitrariamente. Todo lo que haga ese hombre, cada uno de sus pequeños gestos y gustos, sus manías y sus relaciones, le interesa. Quiere saber dónde jugaba de pequeño, cuál es su comida favorita, qué le cuenta a su médico.
Paso a paso, siguiendo la pista de ese hombre, nos narra una biografía (¿ficticia?),el retrato de un personaje que se dice ante el espejo: «Soy un líder, soy un pionero, soy uno de los grandes hombres de mi época». Un hombre que quizá sea Walt Disney.