Quizás de ahí venga la necesidad de los amantes de ponerse nombres, de inventarse sobrenombres; solo de ellos, secretos, totalmente propios. Te nombro con un nombre que es únicamente mío, que solo será nuestro, pues es una forma de hacerte mío y de creer que solo ha existido el amor entre nosotros. El nombre funda un lazo particular, un amor, un ser solo para el otro.