Su velocidad era la de un avestruz, y su tamaño, el de un elefante; la melena como oro puro y sus ojos tenían un brillo parecido al del oro fundido. Era más terrible que la Montaña Llameante de Lagour, y en belleza sobrepasaba todo lo que existe en el mundo, tal como la rosa en flor sobrepasa el polvo del desierto