El selfie del mundo

me di cuenta de que detrás de la crítica del turismo solo había una negativa a mirarse en el espejo y a reconocer que la turista es simplemente la peculiar percepción del mundo de nuestra sociedad

La sociedad ha encontrado una nueva forma de «aislarnos juntos», como decía Debord. De diluir la experiencia turística en la vida de cada día, mientras que a largo plazo logrará que desaparezcan los turistas del paisaje cotidiano. Hace que pasemos rozándonos sin encontrarnos, mirar sin ver, escuchar sin oír, en busca de markers que nos señalen un significado.

multiculturalismo constata e intenta gestionar torpemente.
La sociedad ha encontrado una nueva forma de «aislarnos juntos», como decía Debord. De diluir la experiencia turística en la vida de cada día, mientras que a largo plazo logrará que desaparezcan los turistas del paisaje cotidiano. Hace que pasemos rozándonos sin encontrarnos, mirar sin ver, escuchar sin oír, en busca de markers que nos señalen un significado.

vez más, lo que permite comunicar, al mismo tiempo aísla; una conexión desconecta. Es esta conexión inconexa lo que el

Antaño, cuando se marchaba, el emigrante dejaba su propio país potencialmente para siempre. Se veía obligado a integrarse. El regreso al hogar era algo raro, a menudo precedía muy poco a la muerte.

La integración ya no está a la orden del día, ni siquiera se desea la misma: puede suceder, pero también puede no suceder. En definitiva, esta es una de las razones por las que los grupos étnicos ya no se funden en el crisol.

mientras que el emigrante es el extranjero que viene a servir al autóctono. No solo porque podría añadirse son las dos encarnaciones de la otredad que los bandos opuestos de la política se sienten con derecho a detestar: para la derecha, el Otro en sí mismo que es legítimo odiar es el inmigrante, mientras que en la izquierda el racismo contra el Otro se manifiesta como una ridiculización de los turistas. Pero también porque buena parte de la emigración moderna se ha dado, y se sigue dando, bajo la forma turística: turistas que se saltan el permiso de residencia o el visado de turista y se quedan a trabajar en el país que «visitan».

masculina) a la que llamábamos el «ciudadano» del Estado nación.
Pero no son solo los sistemas disciplinarios en particular los que entran en crisis, uno detrás de otro. La verdad es que la estructura temporal de la existencia que sostenía la distribución espacial de la zonificación va unida de manera estrecha con el trabajo a tiempo completo, en lo que Robert Castel llama la «sociedad salarial».

Ni siquiera el hospital psiquiátrico resulta central a la hora de definir la relación de la sociedad con la locura. Una sociedad en la que se licuan las sobreimposiciones disciplinarias que constituían al individuo plasmado por la estratificación de su expediente académico, su historia laboral, su cartilla militar, sus antecedentes penales, su historial médico (que, puestos todos juntos, constituían su verdadera «identidad») y que se sintetizaban en el asalariadoempleado-educado-vacunado-libre de sus obligaciones de reemplazo: se desvanece, en definitiva, la figura (masculina) a la que llamábamos el «ciudadano» del Estado nación.

Hay algo conmovedor en la confianza de que ir a visitar una ciudad, un monumento y un país pueda abrirle a uno la mente, hacerlo mejor: se juega también en este terreno a la persecución de la clase por parte de los dominados, que van en pos de los dominantes.