Tenbilal antsetik. Mujeres olvidadas

Llévame! Está la noche
muy negra y muy sombría:

La muerte por los mundos
anda de cacería.
Hazme olvidar lo mucho que
me pesa en los hombros.

Esta carga pesada de
pesados escombros.

ALFONSINA STORNI

Agonizo con el cuerpo tendido en el lodo

y el rostro agrietado.

Agonizo en cada pensamiento

que borra mi nombre.

En los recuerdos que sangran,

en mi pasado que nadie recuerda,

en los labios anestesiados de mi madre.

Agonizo con el dolor incrustado en el alma.

Con el silencio entretejido en mis entrañas.

Sé que llorarás mi muerte

y me pregunto si escucharás mi ruego,

si mi voz retoñará en tu corazón.

Mi cuerpo sigue agonizando

y con mis últimos suspiros

yo te abrazo, madre mía.

¡Mujer!

¿Cómo nombrar tu cuerpo destruido?

¿Cómo exhumarlo del silencio?

¿Cómo salvar tu rostro del olvido?

Si pronuncio tu nombre, los versos sangran.

Si intento recordarte, tu imagen huye.

Toda tú te desvaneces:

tu rostro ajado,

tus ojos carcomidos,

tu alma lacerada.

¡Mujer!

¿Cómo desahogar esta impotencia?

quiero amanecer
con una piel bolsa de obscuridad,
con una boca gris que no habla.

No quiero dormir en pedazos
dentro de la tierra
mientras vienes a encontrarme.*

Pero sucede que oigo a la noche llorar
en mis huesos.
Su lágrima inmensa delira.
Y grita que algo se fue para siempre.

ALEJANDRA PIZARNIK

Danza porque el tiempo pasa.

No esperes morir con tu dolor:

deja que la noche se lo lleve.

Muero con la angustia de mi abuela

en las heridas abiertas de mi madre:

allí brotan cantos tristes,

cielos despedazados,

largas agonías.

Muero entre palabras hirientes

de un hombre violento,

que con su furia me infecta el corazón

y parte mi alma en pedazos.

Ha muerto mi abuela:

mujer de rostro olvidado.

Yo no quería que muriera

con tantos silencios

enterrados en su corazón.

Abuela…

¿en qué cueva fue a parar tu alma?

¿De qué se murió tu nahual?”

Esas fueron las últimas palabras que le dije.

Su muerte sacudió mis sentimientos:

pude palpar su silencio, su dolor